El jueves 3 de noviembre se celebró la sesión inaugural de la Liga de Debate TecnoCampus, que este año cuenta con catorce inscritos. La sesión fue a cargo de Josep Vicenç Mestre, graduado en Humanidades y en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Pompeu Fabra, centro donde actualmente imparte clases como profesor de oratoria y retórica. La sesión era una charla práctica que combinaba la explicación del formador con pequeñas intervenciones de los participantes para trabajar el autoanálisis y conocer los puntos fuertes y débiles de uno mismo.

A lo largo de la sesión se trabajaron los tres elementos principales sobre el arte de la oratoria: la verbalitat, la paraverbalitat y la no verbalitat. En este sentido, Mestre destacó que la comunicación no verbal es clave para que un discurso tenga éxito: “Las manos son la metáfora del orador”. La estudiante Sara Atienza, que participa en el curso por segunda vez, ha decidido apuntarse para ampliar los conocimientos en el campo de la oratoria: “Compartimos clase con perfiles y personas con maneras de hacer muy diferentes, y esto te permite aprender de los puntos fuertes de los compañeros”. “Lo que más me gustó fue la implicación que teníamos los alumnos desde el primer minuto”, añadió Sara Atienza sobre la sesión inaugural.

Los objetivos de las próximas sesiones son aprender a estructurar un discurso, ser convincente ante el público, mejorar el lenguaje no verbal y saber presentar un proyecto en público, entre otros. El período formativo finaliza el 18 de enero de 2017, con la final de la Liga de Debate TecnoCampus. Las sesiones son impartidas por Carles Lombarte y Marta Carreras, expertos en la materia. Una vez acabe el programa de formación, se realizará una competición de debates donde el equipo ganador participará en la Liga de Debate UPF. Sara Atienza, que su equipo compitió en la Liga de Debate UPF el curso anterior, considera que preparar una presentación sobre un tema que desconoces y defender una postura en la que no crees “es todo un reto”. “Coordinarte con tus compañeros en sólo treinta minutos nos dio una experiencia y una práctica que no nos habría aportado ninguna otra actividad”, concluyó Atienza.


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