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Los estudiantes Sara Atienza, Pol Parra, y Ariadna Madrid participaron la semana pasada en la final de la Liga de Debate universitaria de la Universitat Pompeu Fabra, centro donde están adscritos las tres escuelas universitarias del TecnoCampus. Bajo el nombre Tres bolis Bic, el equipo había ganado el 18 de enero la final de la Liga de Debate del TecnoCampus. El equipo del TecnoCampus quedó en octava posición en esta competición donde participaron 32 equipos.
Entrevistamos a Ariadna Madrid, miembro del equipo del TecnoCampus, que recibió un reconocimiento como segunda mejor oradora.
Es la segunda vez que participabas en la Liga de Debate universitaria del UPF. ¿Cómo la visiste?
La verdad es que esta vez he disfrutado más que el año pasado. En la anterior edición de la Liga de Debate estaba mucho más nerviosa ya que no dominaba nada la dinámica de “juego”, y además me encontraba en un entorno muy diferente como es la UPF. Pero este año la situación cambió bastante ya que era más consciente a lo que me enfrentaba, y conocía con más profundidad el funcionamiento de un debate. Además, el resultado todavía fue mejor si tenemos en cuenta que hacía el curso por segunda vez. Los nervios siempre están presentes, pero el sabor que me he llevado este año ha sido muy positivo.
En esta final participaban bastantes equipos, ¿Había mucha competitividad?
Lo cierto es que en las dos ligas que he participado siempre ha prevalecido el compañerismo ante la competitividad. Los participantes acostumbran a ser muy abiertos y agradables, hecho que genera un buen ambiente de trabajo.
En esta ocasión, ¿sobre qué temas os tocó debatir?
Los temas de este año eran muy interesantes. Hicimos un total de tres debates alrededor de estos tres temas: “¿Hay demasiados turistas en Barcelona?”, “¿El espionaje a los ciudadanos está justificado?”, y “¿Se tiene que limitar la circulación de coches en las ciudades?”. Si tuviera que escoger, seguramente el tema que me gustó más fue el de espionaje a los ciudadanos. Sufrimos un poco a la hora de prepararlo, pero a la hora de defender nuestra postura disfrutamos muchísimo. El tema que debatieron los equipos que llegabaron a la semifinal y a la final fue sobre si se tiene que ilegalizar la extrema derecha para combatirla.
¿Viviste con más nerviosismo esta final que la que se celebró en el TecnoCampus?
Al contrario, estuve más nerviosa en la final de la Liga de Debate del TecnoCampus que en esta, ya que participan muchos grupos y tienes que hacer muchos debates en pocos días, de forma que inconscientemente acabas integrando el ritmo y la dinámica de trabajo. ¿El resultado? Cuantos más debates haces, menos nervioso estás porque te acostumbras a estar delante del público.
¿Qué te ha aportado participar en la Liga de Debate del TecnoCampus desde un punto de vista profesional?
Participar en ligas de debate universitarias es muy positivo para tu futuro laboral. El debate te enseña a defender un posicionamiento con una serie de técnicas y conocimientos que te pueden ser muy útiles, por ejemplo, para una entrevista de trabajo o para la presentación de un proyecto empresarial. A título personal, de esta experiencia me llevo un método de esquematización para ordenar las ideas, técnicas para captar la atención de los oyentes y, sobre todo, más seguridad a la hora de mirar un grupo de personas a los ojos para explicarles una idea.
Recibiste un reconocimiento como la segunda mejor oradora de esta edición. ¿De todo lo que has aprendido, qué consejos prácticos nos darías?
El tres es un número mágico. Por ejemplo, si consigues hacer tres preguntas retóricas a las cuales tus oyentes respondan interiormente “sí”, ya los tienes casi convencidos. Las personas tenemos una capacidad limitada para retener la información, y durante la formación nos explicaron que el número ideal de argumentos a la hora de defender un tema es tres, así que si nunca tenéis que explicar algún tema, ¡hacedlo en tres apartados! También he aprendido que la mirada es muy importante, ¡a las personas nos encanta que nos miren! De hecho, nos gusta tanto que si no estamos escuchando un discurso pero el orador nos mira, automáticamente y de manera inconsciente le devolvemos la mirada y volvemos a estar atentos.