Marc Gaixas y Jordi Sánchez son los dos estudiantes del TecnoCampus que forman el equipo Driving 4 Dream (D4D) que ha participado en esta edición de Unidesert, el único raid solidario exclusivo para estudiantes que tuvo lugar del 27 de febrero al 6 de marzo por Marruecos. Jordi Sánchez, miembro de D4D, explica como el equipo ha vivido esta aventura sobre ruedas donde participaban estudiantes de entre 18 y 28 años con sólo una brújula, un mapa y un coche de más de 20 años.

¿Cuál fue la principal motivación para participar en Unidesert?
Al principio con Marc lo comentamos medio en broma ya que una amigo suyo participaba, pero empezamos a valorar la idea seriamente cuando faltaban menos de tres meses para el raid, el hecho que hubiera tanto poco tiempo era un reto añadido. En un inicio no teníamos demasiada esperanza pero cuando empezamos a tener patrocinadores y a ver que el proyecto evolucionaba la motivación fue no dar marcha atrás.

¿Cómo definirías esta experiencia sobre ruedas?
Unidesert es una aventura inolvidable, llena de retos y que cuando llegas a la meta esperada, el desierto, es cuando empieza lo mejor y cuando comienzas a valorar todo el trabajo hecho previamente.

El raid estaba formado por seis etapas, ¿cuál fue la más dura?
La etapa más dura fue la primera porque llevábamos 500 kilómetros por asfalto y cuando pasábamos por los Alpes de Marruecos nos encontramos la carretera cortada. La organización nos dio tres opciones: dormir allá pero perder el día siguiente, hacer 500 kilómetros para rodear los Alpes hasta llegar al hotel o hacer 180 kilómetros complicados por la nieve. Entre todos los participantes decidimos la tercera opción pero cuando llevábamos cinco kilometras la policía nos obligó a retroceder y tuvimos que hacer 500 kilómetros hasta el hotel a las ocho de la tarde.

Supongo que conducir por el desierto tiene que ser más difícil...
Lo más complicado era seguir bien las indicaciones y no perderte, aunque como íbamos cuatro coches era difícil equivocarse. Por otro lado, conducir por el desierto es muy distinto a conducir por carretera. Cuando hay trozos de arena blanda al principio te quedas encallado porque vas con miedo y muy despacio. Después te adaptas y aprendes que se trata de poner primera y darle mucho gas, seguramente si lo hiciéramos ahora ya no nos pasaría porque sabríamos como hacerlo.

¿Qué tipo de relación hubo con el resto de participantes?
Detectamos que a Unidesert coexistían tres tipos de equipos. El primero es tu compañero de coche, el que denominamos dorsal; el segundo es el equipo que formas de manera informal, normalmente con el grupo que vas por el desierto; y el tercero son todos los participantes de Unidesert, que también nos ayudábamos entre nosotros cuando era necesario.

El principal objetivo del raid era entregar material solidario a una escuela. ¿Lo conseguisteis?
La etapa en la cual llegábamos a la escuela íbamos todos con retraso ya que la etapa era muy complicada y se hizo de la noche. En este sentido, cuando se hace de noche en el desierto no es recomendable conducir porque aunque te desvías sólo dos grados durante veinte kilómetros, la desviación se va ampliando muchísimo. Por eso, dormimos en el campamento y nos levantamos a las siete de la mañana del día siguiente para ir a la escuela a entregar el material, aunque al ser sábado habían menos niños.

¿Hay algún aspecto que consideráis que se podría mejorar?
Comentamos a la organización que quizás sería mejor no dar todo el material sólo a una escuela. El material oficialmente se entregaba a una de las últimas etapas, una escuela que se encuentra más en el sur y donde es más difícil acceder. Aún así, lo que hicimos con el grupo de cuatro coches que íbamos, y también mucha gente, fue dar un poco de material por cada pueblo que pasábamos ya que sabíamos que treinta kilos como mínimo de material por coche era muchísimo y que se podía repartir.

¿Qué te ha aportado participar en Unidesert?
En primer lugar, ver que trabajar en equipo no es tan fácil cuando tienes que compartir 24 horas tantos días ya que al compartirlo todo llega un momento que coordinarse y tomar decisiones se complica, teniendo en cuenta que acumulas cansancio y nerviosismo. Al final te vas separando en pequeños grupos pero la cohesión entre todos sigue siendo.

¿Recomendarías a otros estudiantes a participar en Unidesert?
Sin ningún tipo de duda recomendaría la experiencia Unidesert a otros estudiantes. Nosotros hemos perdido la vergüenza a lo largo del camino a la hora de presentarnos a empresas para vender el proyecto, teniendo en cuenta que a pesar que Unidesert es una iniciativa universitaria y solidaria, no hay nada 100% retribuido para la empresa. Por otro lado, cruzar todo Marruecos, pasar por el desierto, conocer la gente de allá y ver como los niños valoran un bolígrafo como si fuera una cosa increíble te ayuda a valorar más las cosas un vez vuelves a aquí. Valoras lo que tienes porque ves que allí con muy poco son más felices.

De alguna manera esta experiencia ha cambiado la visión que tenías hasta ahora sobre la pobreza y la solidaridad...
Hay cierta contradicción ya que cuando estás aquí piensas que allá no tienen nada pero cuando vas allá ves que en muchos ocasiones son más felices que nosotros porque con el poco que tienen son felices. Necesitan lo básico para vivir, pero si lo tienen muchos viven más felices que la sociedad de aquí, que a veces lo queremos tener todo y al final tenemos todo el que no necesitamos.
 


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